**Cabe mencionar que esta entrevista es un poco larga, pero vale la pena que inviertan el tiempo de leerla y conocer realmente como es el candidato a la presidencia de Honduras por el movimiento "TODOS SOMOS HONDURAS"**


UN EMPRESARIO PARA EL CAMBIO SOCIAL (Por: Gloria Rodríguez)

Honduras comenzó anticipadamente a vivir un clima electoral. Ello se aceleró con la vuelta a la arena política de un empresario de trayectoria, Mario Canahuati. Portador de una fuerte convicción y vocación de servicio, dejó atrás sus empresas y actividades gremial-empresariales para pelear por la presidencia de su país. En exclusiva, Canahuati anticipó a Estrategia & Negocios su análisis –sin medias tintas– sobre la situación del país y sus propuestas para motivar el cambio.


Fuimos recibidos en el apartamento de la familia Canahuati la tarde de un jueves, en medio de los preparativos de la cena de acción de gracias, costumbre que adquirió la familia durante los tres años que residió en Washington, cuando Mario Canahuati fungió como embajador de Honduras en Estados Unidos (2002-2005).

A lo largo de la tarde, las risas y prisas en la cocina se combinaron con el ir y venir de líderes locales y otros miembros del movimiento que respalda la propuesta política de Canahuati dentro del Partido Nacional (PN) en su ruta a Casa Presidencial.

Si bien la contienda política no le es ajena, pues disputó junto al entonces candidato a la presidencia Porfirio Lobo Sosa la primera magistratura para el periodo 2006-2010, nunca había tenido que competir frente a sus compañeros del PN en una candidatura.

A pesar de una apretada y cuestionada derrota en las urnas, Canahuati guarda muy buenos recuerdos de este proceso electoral, en tanto que fue el acercamiento a las bases de su partido en los municipios más alejados del país lo que le mostró “los problemas y la indiferencia para entender que Honduras es un país de recursos naturales, de recursos humanos, y que lamentablemente no se ha podido unir por falta de solidaridad”, según expresa hoy.

A lo largo de la tarde, las risas y prisas en la cocina se combinaron con el ir y venir de líderes locales y otros miembros del movimiento que respalda la propuesta política de Canahuati dentro del Partido Nacional (PN) en su ruta a Casa Presidencial.

Si bien la contienda política no le es ajena, pues disputó junto al entonces candidato a la presidencia Porfirio Lobo Sosa la primera magistratura para el periodo 2006-2010, nunca había tenido que competir frente a sus compañeros del PN en una candidatura.

A pesar de una apretada y cuestionada derrota en las urnas, Canahuati guarda muy buenos recuerdos de este proceso electoral, en tanto que fue el acercamiento a las bases de su partido en los municipios más alejados del país lo que le mostró “los problemas y la indiferencia para entender que Honduras es un país de recursos naturales, de recursos humanos, y que lamentablemente no se ha podido unir por falta de solidaridad”, según expresa hoy.

Fue precisamente esa indiferencia de la sociedad en general, el “marginamiento” en que viven sus compatriotas lo que lo llevó a buscar los apoyos necesarios –dentro y fuera de su partido– para correr en las primarias y luego, si sale electo, buscar la presidencia de Honduras.

Aunque anticipa una reñida elección interna, confía en que las simpatías que logró durante los últimos dos años, siendo presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), en las organizaciones gremiales y laborales, servirán para respaldar su propuesta política, que asegura estar lejos de la “derecha extrema” que una vez adjetivó al Partido Nacional.

Esta visión centrista de la sociedad que se resume “en la búsqueda de un balance entre las personas que tienen y las que no tienen”, sus propuestas económicas y su trayectoria empresarial, son algunos de los temas sobre los que Estrategia & Negocios dialogó con Mario Canahuati.

¿Cuál coyuntura lo llevó a decir “este es el momento” de volver a la vida política?

Fue el hecho de que la gente está más preocupada por sus problemas personales, por los intereses de grupo y por su protagonismo, que por entender el gran potencial que tenemos en el país para desarrollar las diferentes zonas que, sin duda alguna, permitirían la sostenibilidad de muchas comunidades y las oportunidades para muchos hondureños.

Cuando visitamos los departamentos, municipios, ciudades, aldeas y caseríos nos dimos cuenta de la gran pobreza pero, al mismo tiempo, que al lado estaba un recurso natural que no estaba siendo aprovechado y que, aun cuando de alguna manera hay una idea de qué hacer con la tierra, faltaba asistencia técnica para identificar productos, elaborar un plan de negocios, comercializarlos y obtener recursos. Pero más que todo, faltaba la formación de la gente.
Viviendo en Tegucigalpa me doy cuenta de que ese sentido de responsabilidad ciudadana y ese compromiso con el país no existe. 
Y de nada nos sirve a los hondureños, por más riqueza económica que tengamos, por más empresas que poseamos, seguir creciendo si estamos entrando en un proceso difícil donde prácticamente se sigue concentrando el poder económico en pocas actividades, en pocos empresarios… se continúa distanciando lo que es el diferencial de los grupos, entre los que tienen y los que no tienen; no se ha empezado la reforma educativa, entendiendo la importancia de tener las mismas aulas para la gente que no posee el recurso y la gente que sí tiene… y esa es una gran responsabilidad del gobierno y no lo está haciendo. No se está atendiendo la necesidad de los niños, jóvenes y adultos cuando están enfermos; los hospitales no tienen la infraestructura básica. Se maneja todavía el conteo manual de la medicina, por consiguiente hay un gasto no controlado en la compra de medicamentos.

Nos están acostumbrando a vivir en este ambiente, ajenos a un mundo que está creciendo a una gran velocidad, y si no tomamos acciones en este momento para hacer frente a los retos que implica cambiar el sistema y hacer las correcciones que permitan incorporar a nuestros ciudadanos a este proceso de crecimiento y desarrollo de oportunidades, nos podemos meter en una crisis social y política que sería muy difícil de superar.


Me llama la atención un comentario: “Hoy que vivo en Tegucigalpa”. Desde fuera se percibe que Honduras tiene dos o tres mundos: San Pedro Sula, Tegucigalpa y el interior. ¿Usted también lo percibe así?

Los hondureños somos lo mismo en todos lados. Lamentablemente en Tegucigalpa hay un grupo que toma las decisiones, que está más preocupado por sus intereses particulares que por los del país. Y eso hay que romperlo.
Es un grupo que tiene poder político y económico pero que sin duda no se ha dado cuenta de los niveles de pobreza, ni de las condiciones en que vive el país. Y, por consiguiente, tampoco se ha dado cuenta de que al no hacer algo hoy para invertir en nuestra gente y en nuestros recursos, mañana puede ser muy tarde.

¿Cuáles recursos ha identificado?

Honduras tiene cuatro actividades fundamentales que no se han empezado a desarrollar. Una, la industria. Ahí se ha consolidado lo que es la industria textil y electrónica. Dos, el bosque, donde sin duda alguna tenemos un gran potencial porque el 73% de Honduras es bosque y se han identificado 1.750 hectáreas para reforestar.

Luego tenemos el agro, donde contamos con dos proyectos importantísimos. Uno, lo que es la seguridad alimentaria y dos, el potencial que tenemos por los diferentes climas y suelos para poder desarrollar, incluso, verduras en ventanas diferentes a las de Centroamérica. La otra actividad es el turismo, que es fundamental. Tenemos el proyecto de Bahía de Tela. Aquí hay un paso importante en el cambio de mentalidad de los empresarios: el 7% de las acciones se han dado a los garífunas como parte del reconocimiento de que ellos son dueños de la tierra pero que, al mismo tiempo, es necesario empezar a compartir un poco de las actividades económicas que los benefician.

¿Ya compartía esa visión su anterior fórmula?

Éramos parte del plan de gobierno, lógicamente la hemos ido madurando. En el Cohep hemos tenido la oportunidad de establecer relaciones con 62 gremiales que son las que trabajan en diferentes áreas, y tenemos relaciones más cercanas con los campesinos, sindicatos y maestros para formarnos una idea de que el problema de Honduras es simplemente la falta de diálogo. Un diálogo que realmente logre las respuestas para que el país resuelva sus problemas.

¿Quiénes lo respaldan en su partido y fuera de él?

Nos sentimos honrados de que en cada departamento tenemos a los principales líderes, pero lo que más nos interesa es que son personas que viven en sus comunidades y están interesadas en desarrollarlas, en hacer los proyectos que nosotros llevamos. Un proyecto de país, que se sale un poco del trabajo que se ha venido realizando en pocas ciudades. Son cuatro los departamentos que crecen en Honduras, los otros 14 son exportadores de gente tanto para las ciudades como para Estados Unidos.

¿Qué ofrece usted que no están ofreciendo los otros precandidatos del partido?

Cada quien tiene su talento y merece su respeto. A mí lo que me presenta es mi hoja de vida. No me estoy presentando en este momento a ofrecer proyectos, ni a dar a conocer lo que voy a hacer cuando sea presidente.

Tenemos mucho tiempo de estar generando empleo, no solamente en la costa norte. Ahorita lo estamos haciendo en Santa Bárbara con un proyecto que posiblemente es el más grande en la industria textil de Centroamérica. En Choluteca, apoyamos el proyecto para desarrollar maquilas. En Atlántida… Cada una de esas iniciativas, que van orientadas a crear empleo, tienen guarderías, hospitales, comida subsidiada y un proceso de formación y capacitación para que la gente tenga las oportunidades de ir creciendo.

Tenemos historias de éxito, como operarias de máquinas que ahora son supervisoras, que ganan US$3.000 o US$4.000. Otras que se han convertido en ingenieras, y otras cuyos hijos se han graduado de la universidad y trabajan con compañías importantes. Esto es lo que más entusiasma, darnos cuenta de que al final no solo cumplimos con el propósito de dar trabajo, sino que también pudimos ser parte del cambio de vida de muchas de nuestras familias.
En paralelo, está el trabajo que hemos hecho en nuestras comunidades. Siempre hemos tratado de estar cerca. Cuando (el huracán) Mitch, estuvimos en el lodo, en el agua, solidarizándonos, para de alguna manera compartir el dolor y que no se sintieran solos.

¿Qué ha cambiado en Honduras para que ahora le acompañen a usted en esta propuesta?

En Honduras no ha cambiado nada y por eso me están acompañando. Consideran el éxito que hemos tenido en las diferentes instituciones y los compromisos que hemos cumplido con ética y transparencia. Desde que fui presidente de la Cámara de Comercio nunca he recibido sueldo o aprovechado viáticos. Cuando fui embajador, recibí la embajada con US$14.000 en rojo; el dinero que recibí prácticamente lo volví a reinvertir en lo que fue la construcción de la vivienda y en todos los pasajes que me sirvieron para visitar a los líderes de nuestras comunidades. En el Cohep tampoco recibí sueldo, estuve ad honorem.

Al final la gente se ha dado cuenta de que más allá de un empresario, está un ciudadano que quiere servir a su país, que tiene la experiencia administrativa, pero que también tiene los ojos y el corazón para ver los problemas que está viviendo nuestra población.

¿Cuál es la lectura que hace de la coyuntura política que atraviesa Honduras?

Difícil, muy complicada. Hay un porcentaje muy alto de indecisos que de alguna manera han perdido la confianza en los políticos, en los líderes, y siento que ese es uno de los retos principales que tenemos. Necesitamos unificar al partido y para eso debemos renovar algunos líderes. Hay que dar espacio a gente talentosa, no necesariamente por su poder económico sino por su talento, por lo que puede aportar, y entrar en un proceso de renovación generacional.

¿Y si no gana?

Cuando se gana se debe estar preparado para gobernar y cuando se pierde hay que estar listo para garantizar que no se cometan errores que perjudiquen la calidad de vida de los hondureños. Como líderes debemos tener la capacidad de, aun cuando el gobierno no está haciendo las cosas bien, dar respuestas y dirección para que la gente pueda tener mejores opciones, dejar un poco el egoísmo, el protagonismo y darnos cuenta de que no podemos jugar con la vida humana.

Las ideas que me plantea, puestas fuera del contexto, podrían ser revolucionarias y no acordes con un pensamiento de derecha.
Así ha sido nuestra vida. La idea es cambiar radicalmente la imagen y la visión de las instituciones donde vamos, en cada proyecto que tenemos.
Lo vimos en la Cámara de Comercio, una institución que recibimos con 300.000 lempiras en rojo y 300 socios, y la dejamos con nueve millones de lempiras y con 1.900 socios; donde empezamos proyectos orientados a fortalecer la microempresa y entender el gran compromiso que tenemos con esas 259.000 empresas que tienen más de 450.000 trabajadores.

No se puede esperar que un hombre, una mujer o una familia de apellido pongan una fábrica para poder darles trabajo y crear los ingresos que necesitan para sus hogares. Lo único que puede permitir que el país crezca es lo que ha hecho Italia, no son ideas renovadoras ni revolucionarias… Italia, España, Colombia, Brasil han apostado por los pequeños empresarios, han utilizado de mejor forma su recurso y eso ha permitido mejor crecimiento económico, mucho más acelerado, pero al mismo tiempo el fortalecimiento de la clase media. Eso lo que ha traído como resultado es que ha fortalecido la democracia y la estabilidad social, que todos necesitamos.

No estamos inventando nada. Queremos garantizar que los recursos que adquirimos a través de nuestro trabajo, de nuestras empresas, podamos gozarlos sin las preocupaciones de estar sujetos a la delincuencia común, a los secuestros o cualquier tipo de situación que pudiéramos lamentar, por simplemente ser indiferentes y no darnos cuenta de que hay gente que está pasando por situaciones difíciles.

Ideológicamente, ¿cómo se define?
De centro.

¿Pero va a ir acompañado por un partido de derecha?

Los partidos deben dejar de ser de izquierda y de derecha, porque no podemos lograr el crecimiento económico sin el capital. Pero no podemos utilizar el capital sin entender que hay necesidades sociales. Por eso es que mi idea es unir el capital con nuestro compromiso social, unir el principio de riqueza con una mayor participación de todos los sectores, para que sea un crecimiento económico más incluyente. Esto es por lo que nosotros nos consideramos un movimiento de centro, un balance entre los extremos.

¿Está de acuerdo el partido con esta visión centrista?
El movimiento que nosotros tenemos está muy contento, entusiasmadísimo. Hemos logrado entrar en un proceso de renovación de líderes y eso nos ha permitido la incorporación de personas que antes no pensaban en política, como ingenieros, doctores, maestros, líderes garífunas y de las diferentes etnias. Si queremos resolver los problemas de país tenemos que tener gente que de alguna forma represente esos sectores con problemas.

En el mundo entero los partidos se están orientando hacia el centro y espero que se entienda que orientarse hacia el centro es crear un balance entre la riqueza y nuestro compromiso social; un balance entre las personas que tienen y las que no tienen y que de alguna manera los gobiernos deben servir de facilitadores para asegurarse de que esa balanza siempre se mantenga equilibrada.

¿La clase económica tradicional estaría dispuesta a acompañarlo?

No tengo ninguna duda. Hemos comenzado con una revista de responsabilidad social empresarial donde estamos haciendo énfasis en la labor que la empresa privada está haciendo en esta área y estamos viendo que definitivamente el empresario se ha dado cuenta de que invirtiendo en la sociedad, ayudando a los demás, nos estamos ayudando a nosotros mismos. Es un principio fundamental que lamentablemente no estaba dentro de la agenda como empresarios. Esto está sirviendo para que otros sectores también hagan lo mismo y se den cuenta de que este es un proyecto que tiene que ser considerado por todos, que debe ser consensuado, pero que al final tiene que haber una sola meta: dar las respuestas a los problemas que de alguna manera han sumido y han anclado al país al subdesarrollo.

Parte de su discurso, no en la totalidad, se escuchó en la anterior campaña del actual gobierno.
No es lo mismo. Yo estoy hablando de trabajar por el pueblo. Es diferente. Una cosa es la demagogia y el populismo y otra, entender que tenemos que crear justicia social. Si queremos libertad y democracia, tenemos que estar conscientes de que no puede existir ese diferencial entre las clases de poder y las clases pobres, y que tenemos que buscar acciones dentro de un nuevo concepto de crecimiento económico más incluyente, con una participación mucho más amplia y hacer énfasis en la importancia de apoyar a los microempresarios: 259.000 empresas que comprenden 450.000 personas, 450.000 familias que sin duda alguna son la base fundamental de la sociedad nuestra y podrían ser el motor de una dinámica diferente en nuestra economía.

Promover cambios es más fácil cuando la situación económica se percibe mal, tienen cinco años de venir creciendo a tasas del 5 y 6%. ¿Cómo convencer a los votantes?
Hay una gran diferencia porque los números engañan. Lo que no engaña es el hambre y las dificultades que nuestras familias pasan todos los días. Hemos crecido al 6,5% este año pero fundamentalmente lo hemos hecho por cuatro elementos: uno, los servicios, que representan el 22%, principalmente por las compras de los bancos y las aseguradoras que es algo que ya no regresa el próximo año; dos, la construcción, que se fundamenta en la reducción de las tasas de interés que es algo que hay que agradecer al gobierno de Ricardo Maduro y al de Zelaya, por la estabilidad macroeconómica; tres, el incremento de las remesas, y eso significa que la gente tiene la capacidad o el poder adquisitivo para comprar, y cuatro, una desproporción de centros comerciales y otro tipo de productos, que algunos son genuinos y otros son fomentados por el lavado de dólares. Son economías ficticias.

Si no nos concentramos en lo que es el desarrollo de las cuatro actividades que mencioné, no solamente vamos a limitar el crecimiento económico sino las oportunidades para las personas de estas comunidades. Si damos estas oportunidades, además de lograr crecimiento, pararía la migración a las ciudades y a Estados Unidos.

¿Cómo definiría el programa económico que usted implementaría en caso de salir electo presidente?
Un proyecto práctico.

¿Sería una economía social de mercado, una economía de libre mercado…?

No, nosotros le llamamos crecimiento económico por zonas, más democrático. Y se fundamenta simplemente en identificar los recursos naturales que tenemos y potenciarlos. Le voy a poner ejemplos: acabo de estar en Intipucá, donde tienen un hongo comestible que es único en toda Centroamérica y no lo desarrollamos porque no hay apoyo. Es el mayor productor de papa en toda Honduras y todavía no hemos identificado por qué no podemos competir contra la papa de Guatemala. Y el empresario sigue importando semilla sin el apoyo de los gobiernos. Tenemos la parte alta para poder sembrar vegetales en tiempos en los que no se siembran en otros lugares… Empezamos un proyecto de melocotón y prácticamente se ha paralizado por falta de apoyo. Entonces, nosotros nos preguntamos cómo es posible que tengamos este tipo de productos en un lugar así y no los aprovechemos. Nuestro proyecto identifica esas limitaciones, para superarlas.

El problema de Honduras es que estamos viviendo economías de supervivencia y nos estamos conformando con eso. Como resultado ha aumentado el consumo, no solo de productos suntuarios sino que estamos importando el 85% del arroz, el 60% del trigo y tal vez el 90% del sorgo. Hemos retrocedido y primero hay que entender que tenemos responsabilidades fundamentales como la seguridad alimentaria y potenciales que definitivamente nos pueden permitir un crecimiento económico. Y lo hemos visto, en arneses, donde somos el segundo exportador del mundo hacia Estados Unidos; en textiles hemos pasado al cuarto lugar del planeta; en camarones estamos empatados con Indonesia y con Italia, creo, en exportación a Estados Unidos; en tilapia somos el primero en filete fresco pero estamos cerca de ser el primero en producto congelado. Lo que hemos logrado identificar lo hemos hecho con bastante éxito y si podemos hacerlo en todo Honduras de la mano de nuestras comunidades, no solo lograremos un crecimiento económico más acelerado sino que mejor distribuido. Y esa es la única forma de distribuir la riqueza.

Me mencionó como en cuatro ocasiones la falta de apoyo, ¿los gobiernos anteriores no han tenido los recursos para apoyar esos productores o ha sido descuido?
Descuido o falta de estar preparados para gobernar. Nosotros tenemos tiempo de estarnos preparando para gobernar, al extremo de que nuestro plan de gobierno prácticamente está listo para ser consensuado.

¿Una vez resulte candidato?
No, lo vamos a empezar a consensuar antes. No podemos esperar, hay gente que se está muriendo de hambre ahorita y nuestro programa de gobierno va a empezar a implementar algunas de las iniciativas que sentimos que pueden empezar a contribuir a mejorar la calidad de vida del hondureño.

¿A través de qué? ¿De gobiernos locales?
A través de nuestros comités ejecutivos, de líderes y, si es posible, de nuestro partido. Si no de los gobiernos locales porque no podemos ser indiferentes e irresponsables de esperar dos años para empezar a dar respuestas. Ya empezamos en San Pedro Sula, con proyectos de microempresa.

¿Una especie de gobierno paralelo?
No. Es un concepto de ciudadano responsable. Cuando hay madres solteras que tienen problemas para obtener ingresos y, al mismo tiempo, para atender sus necesidades de hogares, lo que uno hace es ver lo que han hecho otras naciones. En otros países han desarrollado actividades como, en el caso particular de los proyectos que tenemos, pastelería, manualidad, uñas acrílicas, collares… la mujer puede trabajar durante el día y dedicarse en la tarde a su familia. Estamos empezando incubadoras de negocios con jóvenes, donde trabajamos con ellos. Acuérdese de que nosotros tenemos trabajo con líderes en todos lados, con jóvenes, hombres y mujeres que están en las universidades, que de alguna manera se han graduado y están dispuestos a colaborar con un proyecto de país… Esta es nuestra Honduras, este es nuestro destino y siento que más que nunca hoy tenemos que hacer la diferencia. Si no comenzamos hoy, ¿cuándo?

¿Hay incapacidad de este gobierno para llevar las riendas del país?
Siento que hay improvisación y eso es por la falta de estar preparado para poder gobernar.

¿Cómo hacer que los hondureños se apropien de su proyecto?
Estamos llegando a todos los municipios, acercándonos a líderes que tienen credibilidad, visitando a la gente de casa en casa y vamos a empezar a visitar universidades de manera que podamos abrir el diálogo y que ellos puedan compartir con nosotros sus inquietudes, sus frustraciones. Queremos entrar a sus corazones y que se den cuenta de que estamos hablando con la sinceridad. Que con el ejemplo de nuestra vida como ciudadano y empresario, podemos cumplir lo que estamos diciendo. No estamos inventando… no estamos prometiendo nada que no podamos cumplir. Si como ciudadanos hemos podido hacer y lograr desarrollo en la costa norte, ¿por qué no lo podemos hacer como políticos?

¿Cómo escoge a las personas que lo rodean y cómo va a ser esa elección de las personas que lo van a respaldar en el gobierno si es que resulta electo?
Por consenso. Trataremos de asegurarnos de que la gente se sienta bien con ellos. Lógicamente tratamos de identificar gente de partido que tenga la capacidad para desarrollarse en su campo. Hemos creado un compromiso de fidelidad: fidelidad de parte mía hacia ellos y de parte de ellos hacía mi persona. Y en ese sentido, la fidelidad va alrededor de este proyecto político que busca transformar a Honduras. En muchas de las ocasiones, lo que se ha pedido es que nos desprendamos de nuestros intereses particulares y que nos aseguremos de llevar las mejores personas, no importando si por mucho tiempo nosotros hemos estado dentro de lo que es el ambiente político. Se están abriendo nuevos espacios.

¿Eso es para garantizar transparencia y eliminar cualquier fantasma de corrupción, que es algo que ha estado golpeando a los gobiernos?
La corrupción se elimina de otra forma. Se elimina realmente haciendo lo que otros países han hecho. Espero que de alguna manera se comience con este gobierno, que es siendo transparente. Dando a conocer qué es lo que hacemos con los recursos del pueblo; abriendo los libros de cada uno de los ministerios para poder de alguna forma asegurarse de que el dinero que se está invirtiendo se está invirtiendo bien; asegurándonos de que los poderes del Estado, particularmente el Legislativo y el Judicial hagan su labor… uno de legislar, el otro de cumplir con las leyes ya existentes en el país. Igualmente, la responsabilidad que tiene la Fiscalía y el Tribunal Superior de Cuentas. Lamentablemente, Honduras es un país dentro de la improvisación que no ha consolidado lo que es el sistema que ha permitido a otros países salir adelante.

¿La institucionalidad?
El fortalecimiento institucional. Si nosotros nos encaminamos a ello y damos una participación genuina a lo que es la sociedad civil, no hay duda de que le podemos hacer frente a los problemas de la corrupción.

A la delincuencia, ¿se le puede hacer frente de igual manera?
La delincuencia es un problema mucho más serio, que tiene dos elementos. Uno, la delincuencia común que es fomentada por la falta de oportunidades, y otro, la delincuencia organizada, que es promovida por el narcotráfico, el lavado de dinero y lógicamente que ha venido prácticamente a infiltrar en nuestra sociedad haciendo alianzas estratégicas incluso con las maras. Las maras no son las mismas maras de antes, son maras tecnificadas, mucho más formadas y capacitadas, que sin duda alguna merecen un trato especial. Ustedes van a poder ver que nosotros vamos a tener un plan específico. Estamos trabajando con países que han tenido problemas similares y que los han podido resolver. Puntualmente nuestro proyecto va a ser práctico. Yo creo que el problema fundamental que se ha presentado en los gobiernos anteriores, en los movimientos anteriores o los candidatos anteriores, es que presentan una cantidad de planes que al final…
… no se pueden llevar a la práctica.

No solo es eso, es que no se entienden. Los proyectos de nosotros van a ser simples, así como lo hemos hecho en nuestra empresa, como lo hemos hecho en el consejo, así como lo hemos hecho en la embajada, donde con pocos recursos conseguimos la aduana de Estados Unidos en Honduras, conseguimos que Estados Unidos se incorporara a la Organización Internacional del Café. Lo hicimos simplemente al establecer metas y lo que son las rutas críticas, que al final nos permiten ir monitoreando y asegurándonos de que lo que estamos haciendo lo estamos haciendo para lograr los objetivos que nos hemos trazado.

¿Qué están haciendo en el exterior?
Estamos en contacto directo con todos los países, dándonos cuenta de qué han hecho bueno o malo para aprovechar sus historias y lógicamente garantizar que no cometamos sus errores.

Le hago esta pregunta porque a pesar de que el Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) se ha integrado bien, es evidente que se ha dado un mayor acercamiento entre Guatemala y El Salvador. ¿Qué hacer para integrar más a Honduras?
Ya se empezó a hacer desde el Cohep, manteniendo una comunicación constante con las diferentes cúpulas centroamericanas. No hay duda de que Honduras no puede hacerlo solo y siento que la región tiene que trabajar con una visión de entender que cada uno tiene sus potencialidades y que tenemos que trabajar juntos de manera que podamos presentarnos al mundo como una región que tiene varias opciones para invertir.

Este es un mercado de 40 millones de habitantes. Solamente México y Brasil son más grandes y no nos hemos dado cuenta de eso. Tenemos que entender como empresarios nuestra responsabilidad de establecer vínculos que permitan hacer las alianzas estratégicas para entrar en un proceso de participación, mejorar el clima de negocios y trabajar con los diferentes sectores. En ese momento, Centroamérica va a cambiar radicalmente de la ruta de esfuerzos sin muchos resultados a una ruta en la que podamos ver cambios importantes en la calidad de vida de los centroamericanos.

Existe la percepción de que el empresario hondureño ha tenido miedo a la competencia y que ha crecido en un entorno más proteccionista que el resto de Centroamérica.
Eso ha cambiado radicalmente.


¿De cuánto tiempo a la fecha?

Con el Tratado de Libre Comercio, los empresarios más agresivos fueron los hondureños. Incluso, al final fueron Guatemala y El Salvador los más conservadores. Pero más allá de eso, ha habido una nueva generación más agresiva y hemos visto cómo la industria se está consolidando en sus diferentes campos.

Hay una diferencia entre nuestras economías. Honduras, y también Nicaragua, dependimos mucho de las empresas multinacionales que vinieron a finales del siglo XIX y principios del XX que montaron las bananeras y todos los proyectos. Esto hizo que la gente simplemente se acomodara alrededor de ellas y lo que se fomentó fue el comercio.

No hubo esa agresividad que surgió en Guatemala y El Salvador, países que no tuvieron ese tipo de empresas y debieron desarrollar su industria. Por eso la sociedad salvadoreña es una sociedad de 14 o 15 generaciones. La nuestra es mucho más joven, yo me considero tercera generación. Esta generación, que cuenta con formación y preparación, es más agresiva y está consciente de que la única manera de lograr mejores beneficios, más y mejores resultados es con los mercados abiertos. Eso lo estamos haciendo con Centroamérica, lo hicimos con Taiwán y Chile y lo estamos llevando a cabo con la Unión Europea.

¿En este momento se da esta transición generacional en Honduras o se está preparando esta nueva generación para hacer la transición?

Es una combinación, pero muchas de las empresas ya están manejadas por esta nueva generación. Hay una nueva mentalidad empresarial, con una cultura orientada a la responsabilidad social empresarial.

¿Cómo era el empresario de Honduras antes de esa mentalidad?

El empresario de antes sin duda merece todo nuestro respeto. Por lo menos, yo todavía tengo mucho que aprender de mi padre y de muchos empresarios como Miguel Facussé, Emilio Larach, Luis Kafié…, que sin duda alguna pudieron desarrollar actividades o industrias que fueron pilares fundamentales dentro de lo que es el desarrollo económico del país. Pero esto quedó limitado a pocas actividades económicas. La nueva generación se abre a nuevos productos. En los años 80, Honduras exportaba un 70% de café y banano, y un 30% de otros bienes. Ahora esa proporción se ha invertido, porque han venido nuevos inversionistas, particularmente empresarios de la nueva generación, a identificar ese potencial que tenemos en cada uno de los departamentos.

¿Cómo lograr un balance entre esa actividad empresarial de que habla y la política? ¿Usted sigue en las empresas de la familia o se desligó de ellas?

Totalmente. El problema que ha existido con empresarios que se han metido en política es que siempre han tenido una relación con sus empresas y eso de alguna manera ha empañado el trabajo del empresario político. En el caso nuestro, somos los productores más grandes de camisetas de Honduras; somos los segundos o los primeros productores y nunca le hemos vendido una camiseta al gobierno o a las Fuerzas Armadas, aun pudiendo conseguir precios buenos. Nunca hemos querido tener ningún tipo de relación que nos pueda afectar la credibilidad, que de alguna forma viene de mi abuelo y la continuaron mi padre y mis hermanos. Eso es lo que esperamos dejar a nuestros hijos. Seguimos creciendo, tenemos cuatro parques industriales donde laboran más de 50.000 trabajadores, estamos trabajando en el proyecto de Bahía de Tela, el que esperamos supere los US$1.000 millones entre todos los inversionistas. Ahora vamos para un proyecto bastante grande de energía eléctrica.

¿Cuál es?
Es un proyecto que todavía está en proceso, posteriormente se va a dar a conocer, pero que va a poder resolver el problema que tiene el país de energía eléctrica.

¿Térmico, geotérmico…?
No, ya empezamos con 12 megas con biomasa, con desperdicios de la estopa de palma africana; pero ahorita estamos con un proyecto muy interesante, que no es térmico, que va a generar energía eléctrica para resolver los problemas del país. Es de carbón.

¿Y quién está viendo todos estos proyectos dentro de la familia?
Tengo la suerte de que mi papá todavía goza de salud y espero que el Señor lo siga bendiciendo, porque todavía tenemos mucho que aprender de él. Además, mis hermanos y mi hijo, que ya está graduado y se incorporó a las empresas porque tiene que buscar la forma de mantener la herencia y financiar mi campaña.

¿La familia lo respalda en su proyecto político?
Sí, totalmente. Nosotros hemos sido una familia de servicio. Eso lo hemos aprendido de mi papá y mi mamá; mi hermano es presidente de todo lo que es la Fundación del Padre Hertlan, que trabaja con niños de la calle, con madres solteras. Sentimos que ya es tiempo de que si lo hemos podido hacer como ciudadanos, buscar la forma de poderlo hacer ya como autoridades.

Fuente: Foro Univisión 

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